domingo, 21 de junio de 2015

El Mundial del carácter, la igualdad y los clichés rotos

Por Carlos Navarro

Cada vez estoy más convencido de que una de las cosas que más especiales hace al fútbol es su multiculturalidad. Lo cosmopolita que es. En cualquier rincón del planeta te encontrarás a un crack rutilante dispuesto a demostrar su amplio abanico de trucos; tú, a pesar de que lo conoces más bien poco, le das un repaso con la mirada y decides quedarte para ver lo que ‘ese crack’ quiere darte. Ver y seguir lo más cerca posible este Mundial Sub-20 ha sido algo parecido a esto, y los trucos que he visto pasar ante mis ojos no me han decepcionado. Pero no hay ninguna genialidad más válida que ese motor que mueve equipos y naciones: la ilusión, que con una buena dosis de orden y carácter han dado pie a que Serbia, nación que de garra va sobrada, haya hecho historia y haya alzado su primer campeonato del mundo Sub-20 desde que la Yugoslavia de Prosinecki, Boban o Suker se alzara con este campeonato en el año 1987, en Chile. Los chicos de Paunovic, en la otra punta del planeta (Nueva Zelanda), repitieron hazaña.


Entrando en materia, este Mundial Sub-20 ha estado caracterizado, principalmente, por la igualdad. De aquí deriva uno de los principales clichés que han sido rotos durante este mes de competición: aquel que marca que, en competiciones ‘juveniles’, el talento y la anarquía de los futbolistas marca diferencias y se ven goleadas abultadísimas. En este Mundial Sub-20, los dos equipos que alcanzaron la final destacaron por su buen dispositivo defensivo y su resistencia y capacidad de supervivencia mientras fueron dominados. Ni Serbia ni Brasil desplegaron un fútbol vistoso y atrevido (por muy contradictorio que suene en los cariocas) a lo largo del campeonato; pero no les faltó ni carácter ni amor propio. Eso es lo que realmente ha marcado diferencias en un Mundial cuya igualdad se pone de manifiesto en un dato revelador: la final, una de las dos semifinales y tres de los cuatro cuartos de final tuvieron que irse a la prórroga. Y el ganador, Serbia, se ha alzado con el título llegando a la prórroga en todas las eliminatorias (y pasando por penaltis en una de ellas). 


La primera sorpresa y decepción llegó en la fase de grupos y la protagonizó Argentina. Dirigidos por Humberto Grondona, las expectativas en la albiceleste eran altas tras haber ganado el Sudamericano. Correa, Simeone, Emi Buendía… sus atacantes habían brillado y muchos de ellos ya tenían experiencia en el fútbol del más alto nivel. Sin embargo, la desigualdad entre su defensa y su ataque fue un hándicap demasiado grande. Probablemente se dieran cuenta de esto mismo en su último envite contra Austria, en un partido en el que los europeos aparcaron el autobús literalmente y se encomendaron a una férrea defensa y una gran actuación bajo palos para secar a la albiceleste. Cuando tu defensa no acompaña y hasta Panamá es capaz de marcarte goles en la fase de grupos, el problema es grande. Y Argentina, saliendo por la puerta rápida de NZ, fue la primera en darse cuenta.

Ya en las eliminatorias, los octavos demostraron que todo es posible en Nueva Zelanda. La selección local estuvo a escasos minutos de forzar la prórroga ante una Portugal que ha practicado un fútbol súper atractivo. La generación de jóvenes de los lusos, tanto a nivel sub-21 como sub-20, es fabulosa. No fue Lopes, el mediapunta que pertenece al City, el que más brilló; la sociedad de jugadores pertenecientes al Porto que formaron Ivo Rodrigues y André Silva fue de lo más destacable en los ibéricos. El primero es comparado con CR y el segundo es la principal ilusión lusa para paliar los problemas históricos en la posición de ‘9’ desde que Pauleta colgó las botas. Sin embargo, ninguno de los dos dieron en la diana en cuartos, ante Brasil, en un partido en el que Portugal, probablemente, dio la mayor exhibición de todo el campeonato. Como lo oyen. Sólo que la pragmática Brasil de Micale volvió a demostrar que, como en todo Mundial, se trata de sobrevivir. 

La otra selección que sobrevivió en octavos fue Serbia, la que al final se ha acabado llevando el gato al agua. Su partido contra Hungría fue dramático; estuvieron todo la segunda parte por debajo en el marcador hasta que Saponjic, el jugador más joven de la plantilla, fue capaz de empatar en el descuento, a la salida de un córner. En la prórroga, con los dos equipos descompuestos, una contra, un error del central Talaber, y el equipo de Paunovic que se clasificaba en lo que parecía un milagro. Un milagro porque Hungría los había contenido tan bien a lo largo de los 90 minutos, que literalmente murieron ahogados en la prórroga, cuando les tocó llevar la iniciativa. El carácter serbio se manifestaba por primera vez en el torneo; no sería la última. 

Para seguir hablando del desarrollo del campeonato hay que hablar de la principal sorpresa, una selección que ha roto uno de los principales clichés que existe en el mundo del fútbol: Mali. Ver a Mali es chocante y maravilloso al mismo tiempo. Ver a Mali es ver a una manada de elefantes interpretar un ballet. Si ves a Mali, ves a una selección que le roba el balón a Alemania y lo saca jugado con la potencia africana y la precisión y fluidez ‘tiki-takera’. Adama, Samassekou, Doumbia, Koné, Diallo… una simbiosis perfecta a la que le faltó poco para llegar a la final. Mali es una de las noticias del campeonato y una de las generaciones más competitivas del fútbol africano, no sólo por el lugar alcanzado en este Mundial, sino por su estilo y su manera de jugar. Siempre se ha dicho que las selecciones africanas ganan por físico, por pura potencia (y que por eso, mayormente, han marcado históricamente tantas diferencias en este tipo de campeonatos); Mali ha volado ese estereotipo por los aires. Así, los africanos llegaron hasta unas semifinales en las que los desajustes defensivos (porque no todo podía ser bueno) le dieron la victoria a una Serbia que resistió y resistió hasta encontrar su premio cuando, teóricamente, la potencia y el fondo físico africano debía hacer su trabajo. Otro cliché machacado.


En la final esperaba Brasil, cuya generación es de las menos fantasiosas que yo recuerde. Llegó Micale tras el Sudamericano y decidió cargarse a gran parte de la plantilla, renovarla completamente: construir de cero. Es por ello, quizás, que ha preferido ser ultra-competitivo a cambio de perder un poco de magia para intentar hacer un buen papel en un campeonato en el que no estaban en la baraja de favoritos. Sin embargo, en base al carácter y la personalidad fueron capaces de ir sorteando escollos (el más importante, Portugal), y llegar a la final en las mejores condiciones posibles tras darse un festín ante una Senegal terrible defensivamente. Así pues, en la final de un Mundial caracterizado por la igualdad, entre dos equipos apoyados en su cohesión, carácter y solidez, ¿cómo si no iba a terminar el campeonato de otro modo que no fuera en una prórroga? Y eso que golpeó Serbia primero, a pesar de que los balcánicos le dejaron la iniciativa durante la mayor parte del partido a Brasil. Pero eso es lo que tienen los serbios: si pillan una a la contra te vacunan. Sin embargo, una genialidad de Andreas Pereira, mediapunta del Manchester United con el que nos hemos quedado con ganas de ver más, volvía a poner todo en su sitio. Todo apuntaba a los penaltis, pero el fuelle serbio está alimentado por una ilusión y una esperanza que va más allá de lo futbolístico. Un carácter que hace que Stefan Ilic, que no había jugado ni un minuto en todo el campeonato, comience un contragolpe que finalizaría un Maksimovic cuya andadura en el fútbol se reduce a las ligas eslovenas y kazajas. Lo multicultural, lo cosmopolita del fútbol, y el carácter balcánico; todo unido en una jugada y todo para darle un título merecido a una generación serbia que volará alto. Que los clubes europeos estén atentos y empiecen a mover ficha, porque el carácter y el ‘clutchismo’. no se regala: o se tiene o no se tiene.

ONCE IDEAL DEL MUNDIAL SUB-20 NUEVA ZELANDA 2015



PORTERÍA:
Predrag Rajkovic (Estrella Roja, 19 años): Serbia puede estar segura de que su portería tiene el candado echado por mucho tiempo. Rajkovic, además de ser el capitán y el líder de esta generación, es un portero sobrio, que despeja bien y sin apenas fisuras. No es tan espectacular como otros porteros, por ej. el senegalés Ibrahima Sy, pero no en vano se ha llevado el Guante de Oro debido a su carácter y concentración bajo palos. Mucho más maduro que lo que su edad indica.

DEFENSA: 
Joao Pedro (Palmeiras, 18 años): Por mucho que Brasil haya menguado en cuanto a fantasía, la factoría de laterales no cesa. Joao Pedro es sólo un ejemplo más de este tipo de lateral fondista con una potencia y una determinación envidiables; mientras su compañero Jorge, en el costado zurdo, es mucho más técnico, el jugador del Palmeiras se caracteriza por su potencia física que, sin embargo, no está reñida con su calidad para poner centros. Un activo súper importante en el campeonato de la Canarinha.

Danilo (Sporting de Braga, 19 años): El jugador con mayor recorrido en el fútbol de élite de la Canarinha ha demostrado el por qué es capitán y líder de esta generación. Imperial arriba, polivalente (puede actuar, con garantías, tanto de mediocentro como de central), valiente al corte y con un carácter que sobresale, Danilo es uno de los mejores jugadores de este campeonato. Ideal para jugar en un equipo de nivel Europa League desde YA.


Milos Veljkovic (Tottenham, 19 años): Propiedad del Tottenham, Veljkovic ha sido el líder de la zaga serbia. Sobresaliente manejando el balón con los pies y para nada tosco a pesar de su altura, Milos necesita minutos para seguir fogueándose, pero este Mundial ha sido un escaparate inmejorable para que su carrera dé un impulso. Condiciones no le faltan.

Nemanja Antonov (OFK Beograd, 20 años): Uno de los descubrimientos del campeonato, las similitudes de Antonov con Branislav Ivanovic son inevitables de trazar. Un lateral con una amplitud física brutal, aseado en defensa y con un físico que le permite cuerpear con cualquier futbolista y llevarse el gato al agua. En la final le tocó bailar con la más fea (Gabriel Jesus) y lo acabó desfondando físicamente. Jugador a seguir.

MEDIOCAMPO: 

Diadie Samassekou (AS Real Bamako, 19 años): Una de las muchas perlas de la selección de Mali, Samassekou responde al perfil de ‘pulmón africano’. Vital para que su selección haya estado equilibrado en todo momento, es también un fiel reflejo del estilo de este combinado: tiene la suficiente capacidad y personalidad para asociarse con los de arriba de manera fluida. Su sociedad con Souleymane Diarra en mediocampo, de las mejores del campeonato.

Nemanja Maksimovic (FC Astaná, 20 años): Parece mentira que Maksimovic haya estado vagando estos años entre la liga eslovena y la kazaja, porque se ha destapado como uno de los jugadores más completos de este Mundial. Se le asociará con su carrera para marcar el gol decisivo, pero Nemanja es más que eso: es el ‘conejo Duracell’ serbio, un tipo intenso que se pasa el partido corriendo de área a área y trabajando a destajo para que los Milinkovic-Savic y Zivkovic brillen. Es, además, aseado con la pelota, y si tiene un pivote que le proteja es una pieza muy válida como interior posicional. Un jugadorazo, sin más.

Marc Stendera (Eintracht Frankfurt, 19 años): Cuando Stendera se retiró lesionado en cuartos ante Mali, las opciones de Alemania bajaron muchísimos enteros. El centrocampista del Eintracht, que ha actuado de mediapunta en este Mundial, fue el faro de una selección que atesoraba grandes cantidades de talento en ¾, pero era él el que le daba sentido. Sobre Stendera giraban todos los demás, era pivotal para Alemania gracias a su pausa y precisión, además de un golpeo exquisito que le ha valido para estar entre los máximos goleadores del campeonato siendo centrocampista. Alemania tiene mediocentro para muchos años en su figura.

Adama Traoré (Lille OSC, 19 años): El merecido MVP del campeonato ha sido la revelación, la sensación, el chaval que ha puesto patas arriba Nueva Zelanda. Técnicamente, Adama Traoré es una auténtica delicia: con el balón cosido al pie es capaz de sortear rivales con una facilidad pasmosa mientras espera el momento justo para darle el balón al compañero. Estrella ante Alemania y estrella en el 3º y 4º puesto ante Senegal, Adama rompe con el perfil de velocista negro. Él quería ser el ‘10’. Y no sólo es el ‘10’; él es un jugador de 10.


Gabriel Jesus (Palmeiras, 18 años): El portador del ‘10’ en la verdeamarelha siempre tiene que tener algo distinto, y Gabriel Jesus no es una excepción. No responde a ese perfil de ‘10’ fino, técnico y encargado de dar el último pase: él es más de pegarse a la cal y sorprender partiendo desde esa zona con un repertorio de regates y trucos que, digamos, ‘te entran por los ojos’. Ha sido, además, el atacante más regular de Brasil en todo el campeonato, y nunca ha rayado por debajo del nivel de su equipo. Mucho potencial.

DELANTERA:

Viktor Kovalenko (Shakhtar Donetsk, 19 años): 5 goles y 2 asistencias en 3 partidos. Esa fue la carta de presentación de Kovalenko al mundo en la fase de grupos de este Mundial, en una categoría que se le queda pequeña. Habitual del Shakhtar que alcanzó la final de la Youth League este año (cayeron 3-2 vs Chelsea), Kovalenko no es un delantero al uso, pero su abanico de recursos cuando arranca desde ¾ es tan, tan enorme, que su capacidad para marcar goles ha sido mayor que la de cualquier delantero puro de este Mundial. Y bueno, ha acabado como máximo realizador. Ojo con él, porque un Konoplyanka-Kovalenko-Yarmolenko en la selección absoluta ucraniana no suena nada, nada mal.

MIS DESCUBRIMIENTOS DE ESTE MUNDIAL

TOP-3: 

Youssouf Kone (Mali, Lateral Izquierdo, 19 años, Lille OSC): Potencia, precisión y corazón. Ya me encantó contra Alemania, pero su trallazo desde fuera del área vs Serbia lo presentó en sociedad. Kone es un futbolista menudo, pero su brutal tren inferior lo convierte en un auténtico coyote, que se despliega en campo rival constantemente y que tiene un pie izquierdo tremendo para colocar centros. No me extrañaría que se haga con su posición en el Lille a corto/medio plazo.

TOP-2:

Bence Mervo (Hungría, Delantero, 20 años, Gyori ETO FC): Sólo mide 181 cm, pero Bence Mervo se ha destapado como un delantero a la vieja usanza y una auténtica pesadilla para las defensas rivales. Capaz de buscarse la vida él sólo, es un crack cuerpeando con el defensa y ganando balones divididos, para luego soltar la pelota e iniciar rápidamente el desmarque de ruptura. También destaca por su olfato de gol, que le hace estar en lugar ideal en el momento justo. Técnicamente no es una maravilla, pero su trabajo para el equipo y su facilidad para jugar de espaldas, como los ‘9’ de toda la vida, ha sido una de las principales razones para que Hungría estuviera a punto de colarse en los cuartos eliminando a Serbia.

TOP-1:

Sasa Zdjelar (Serbia, Mediocentro Defensivo, 20 años, OFK Beograd): Con Milinkovic-Savic y Maksimovic campando a sus anchas por el campo, alguien tenía que equilibrar al combinado serbio, y ese no ha sido otro que Zdjelar. La primera vez que lo vi, encadenó dos cortes consecutivos; me recordó a Krychowiak. Zdjelar es una auténtica mosca cojonera: cuando parece que te has deshecho de la línea de centrocampistas, aparece Sasa para cortar el balón in-extremis. Su trabajo parece invisible, pero ha evitado muchísimas jugadas de peligro en contra de su selección. Un pivote recuperador de condiciones tremendas que, si es capaz de mejorar su juego con balón, podría convertirse en un ‘5’ de referencia.

Zdjelar y Boschilia pelean un balón en la final.

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